Lo prioritario para que un ataque de ansiedad desaparezca es lograr que la persona afectada deje de pensar en los síntomas que está sufriendo. Para ello, Cano recomienda:
- Mantener una conversación activa: "La clave es lograr distraer a la persona, aunque no es fácil porque su atención se centrará en lo que cree que la amenaza", explica Cano. Para el catedrático, la forma de que desvíe su atención es "hacer todo lo posible para que el afectado hable".
- Ayuda a no magnificar los síntomas: es importante intentar que la persona afectada comprenda que nada de lo que le está ocurriendo puede hacerle año. Mientras hablamos con ella, "hay que intentar hacer ver que son los mismos síntomas que se tienen cuando hacemos un examen o hablamos en público", cuenta Cano.
- Normaliza la situación: "Uno de los temores que se dan en el inicio de un ataque de ansiedad es que los síntomas sean observables", explica Cano. Es importante, por tanto, evitar llamar la atención y que se generen corros de personas alrededor del afectado.
¿Y la bolsa de plástico?
En el imaginario colectivo se encuentra la idea de que, frente a un ataque de ansiedad, hay que poner al afectado a respirar en una bolsa de plástico. Esto se debe a que las crisis de ansiedad han estado relacionadas durante mucho tiempo con la hiperventilación, una respiración excesiva que produce una disminución del dióxido de carbono en sangre. Esta reducción produce, a su vez, síntomas asociados a la ansiedad, como mareo o taquicardia.
Sin embargo, la hiperventilación no es la causante de los ataques: un estudio del Centro de Estudio de la Ansiedad de la Universidad de Boston, en el que trataban de inducir ataques de pánico mediante hiperventilación, concluyó que esta no siempre produce una reacción de ansiedad. "Hay a quien puede funcionarle", aclara Cano, "pero la hiperventilación no es el verdadero motor de las crisis", concluye Cano. "Lo es la magnificación y la atención de los síntomas, que es lo que hay que intentar combatir".