Para empezar resulta lógico dar una definición clínica al respecto: clínicamente consiste en una fatiga debilitante, persistente, recurrente, que no mejora con el reposo y lleva a una disminución del 50% de la actividad habitual en un lapso aproximado de 6 meses.
Como criterios sintomáticos se manifiestan: una febrícula diaria y vespertina, dolores de garganta, ganglios cervicales y axilares palpables y dolorosos, cefaleas, artralgias, trastornos del sueño, embotamiento, etc., descartándose enfermedades de base orgánicas y/o psiquiátricas.
Valga como aclaración que la medicina ortodoxa la cataloga dentro de las enfermedades de origen desconocido y que su aparición data de las últimas décadas, siendo muy posible que quien lea este artículo identifique en alguien cercano este tipo de manifestaciones.
Sin embargo, antes que el cuerpo produzca alguna enfermedad física existen indicadores energéticos que aluden a esta pérdida de la vitalidad, por ejemplo un estado de letargo injustificado. Dichas personas suelen buscar el consejo de su médico porque no se sienten bien, no obstante con frecuencia las pruebas y exámenes médicos no indican ninguna alteración. Es lamentable que la medicina oficial no admita la existencia de un cuerpo etérico que justamente es el que, armonizado, vitaliza y da energía al cuerpo físico, siendo parte de una vasta red de energías que circulan desde la pequeñez del átomo hasta la infinitud de las galaxias, reconocimiento esencial para analizar e identificar a la disfunción energética.
La desvitalización y condición sub-normal de la gran mayoría de los habitantes en los conglomerados urbanos se debe en gran medida a la condición de sus cuerpos etéricos y la deficiente circulación de energía.
De tal modo que se puede relacionar la fatiga crónica con la llamada polución electromagnética y con campos de interferencia que producen fugas de energía por diversas causas, a saber: toxinas de origen químico (alimentos, fármacos), bloqueos orgánicos (cicatrices, focos odontológicos, vísceras) y geopatologías, todo esto incentivado por la actitud negativa al enfrentar los sucesos cotidianos, sobreentendiéndose que existe una estrecha relación entre los cuerpos emocional, etérico y físico.
Hace dos siglos el Dr. Samuel Hahnemann, fundador y pionero de la Medicina Homeopática, consideraba que un verdadero médico, amén de suministrar el remedio adecuado a cada paciente, debía remover los llamados obstáculos a la curación, que, entonces , identificaba con las condiciones, el modo de vida, y los desequilibrios emocionales crónicos. Actualmente tal enfoque sigue siendo por demás aplicable y vigente, en virtud de la industrialización y la desnaturalización de nuestro hábitat.
Diagnóstico y tratamiento:
Dado lo anteriormente enunciado, resulta claro que durante la consulta es menester investigar exhaustiva y detalladamente todos aquellos factores en la vida de cada paciente que pudieran provocar la disfunción energética. Operativamente es posible detectar la disminución en la vitalidad a través del estado de los pulsos y la bioresonancia con la utilización de filtros biológicos y el softláser de argón.
Realizada ya la historia biopatográfica se individualiza el remedio homeopático adecuado al caso, con el propósito de generar el equilibrio de la energía vital; simultáneamente a ello se corrigen en el momento los bloqueos identificados, dándose precisas indicaciones relacionadas con la higiene, alimentación y medio-ambiente, incluida la derivación a los respectivos profesionales.
Reseña de un caso tratado
Hace dos años concurre a la consulta la Sra. Stella Maris, de 48 años, casada, una hija, por padecer, en forma crónica y recurrente, de cuadros de faringitis aguda, que remiten parcialmente con antibióticos y antiinflamatorios. Asimismo, presenta por las mañanas dolores musculares, contracturas en cuello, cefalea en nuca, y un estado de pesadez y cansancio que la obliga a descansar luego del mediodía. Se agrava notablemente al caminar, al sol, y al aire frío. Esta sensación general de sobrecarga la lleva a decirme: ”mi alma lleva mi cuerpo”, y esto fue así toda mi vida. Recorrió varios especialistas - traumatólogo, reumatólogo, psiquiatra - con poco beneficio, volviéndose más irritable y desesperanzada respecto a su salud. Luego de confeccionarle la historia biopatográfica respectiva y examinarla, detecté polaridad alterada en el plexo solar y fugas de energía en zona de garganta y pelvis. No existía, aparentemente, un factor decisivo en su modo de vida que justificara la persistencia de su afección. Luego de algunas consultas, pude comprender el peso que tenían ciertos eventos traumáticos en su historia, los que modelaron una personalidad excesivamente controladora, culposa y de emociones reprimidas, la que cerraba el círculo vicioso de su enfermedad. Fue entonces que le suministré el medicamento más semejante a la totalidad, y pude observar un cambio completo, tanto en los síntomas físicos, en su estado energético, así como en su ánimo y carácter, que se mantienen hace varios meses.
Dr. Salomón Szapiro