Hay esperanza en el asmático

 

Cualquiera que haya tenido ocasión de presenciar un cuadro asmático agudo, queda impactado por lo apremiante y repentino de sus características: irrumpe bruscamente una respiración dificultosa con silbido espiratorio, sensación de opresión torácica, agregada a accesos de tos y expectoración, sumado a que suele sobrevenir más frecuentemente durante la noche, y puede durar varias horas o incluso días, a pesar del tratamiento instituido.

La frecuencia e intensidad de los ataques paroxísticos puede verse influida por factores climáticos, contaminantes aéreos, cambios endocrinos y tensión emocional.
Clásicamente, las variantes de tratamiento pasan por broncodilatadores, corticoides, hiposensibilizaciòn a alergenos, antibióticos, vacunas, kinesia respiratoria. 
Pero pocas situaciones exigen tanto tiempo y paciencia como el control del asma bronquial.

Además, la recurrencia de las crisis, genera en el paciente y su entorno, un estado de ansiedad, miedo, y, desesperación, que refuerzan este círculo vicioso: sofocamiento-incapacidad de respirar solo-miedo-desaliento.
Y esta sensación general, se hace crónica, porque además, y pese a los tratamiento y cuidados convencionales, solo una pequeña minoría de niños se cura espontaneamente con los años y en los adultos, la chance de remisión es aún menor.

Ante éste panorama desolador, se torna imperativo otro abordaje y una terapeútica diferente, a fin de posibilitar la curación real de ésta enfermedad crónica.
Y es justamente a través de la visión clínica-filosófica homeopática, reconociendo el desequilibrio de la energía vital como la causa-origen de las manifestaciones patológicas y la necesidad de individualizar a cada enfermo- “no es un enfermo porque tiene asma, sino que tiene asma porque es un enfermo”, para administrar el remedio más adecuado al caso, que el ansiado restablecimiento de la salud deja de ser una quimera.

Conviene recalcar por consiguiente, que no existe un remedio standard, sino aquel que, por ley de similitud: “la sustancia que es capaz de despertar en el experimentador sano un conjunto de síntomas definidos, es capaz de curarlos en el paciente que los presenta.”, cubre la manera peculiar de enfermarse.

Solo procediendo de ésta manera hay chance de prescribir un medicamento eficaz que, no sólo curará el asma, sino que pondrá en equilibrio a toda la persona, tanto en sus sensaciones como en sus funciones, permitiéndole cumplir con los altos fines de su existencia.

Por eso, en la sigla HO.P.E. están resumidas las claves para la esperanza del asmático: Homeopatía; Psicoterapia; Ejercicios respiratorios.

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