En la historia infinita de la vida, el SN -sistema nervioso- representa el patrimonio más grande que el ser humano haya recibido del pasado ancestral y es la culminación de incontables modificaciones evolutivas. A través de una serie contínua de adaptaciones al ambiente y al incremento de las exigencias funcionales, los organismos desarrollaron un SN más eficiente, capaz de responder a una diversidad de sensaciones y estímulos.
Durante la filogénesis fué aumentando el tamaño de la corteza cerebral, formandose pliegues o circunvoluciones con capas de sustancia gris, que asumieron el control sobre los sistemas sensoriales y motores, diferenciándose áreas especializadas de integración conformando el llamado telencéfalo o neocortex.
En el desarrollo embrionario el SN humano repite muchas etapas ancestrales y se verifica la cefalización al expanderse mucho su porción anterior -prosencéfalo-. A su vez y a diferencia de lo que ocurre en la mayoría de los órganos que adquieren su forma definitiva en el segundo o tercer mes de gestación, el encéfalo continúa su complicado proceso de morfogénesis en los meses siguientes.
Del mismo modo, heredamos de esta memoria ancestral el temperamento o patrón de reactividad; mientras que el otro movimiento nos lleva a convertirnos en arquitectos de nuestra propia vida con la construcción del carácter.
La concepción filosófica clave en la neurociencia contemporánea es que toda conducta constituye la exteriorización de grupos neuronales con potencialidad de ser identificados. Eso incluye no sólo funciones motoras -mas o menos complejas-, como caminar y sonreír, sino también más elaboradas como los sentimientos, el aprendizaje y la vida psíquica.
La información provista por los receptores especializados periféricos, en conexión inmediata con el medio ambiente, es analizada por el SN descompuesta en componentes que son base de distintas percepciones, almacenándose algunas en la memoria y coordinándose una respuesta integrada. “Todos los pensamientos, sentimientos, percepciones y actos son producto del SN humano. Estos logros dependen de la arquitectura del encéfalo y de la forma en que funciona”.
Sin embargo, se ha observado que lo que distingue las distintas áreas del SN, no es sólo el tipo y número de sus neuronas sino cómo están conectadas entre sí. De estos patrones de interconexión, surge el comportamiento característico; de ahí que prácticamente todo el cerebro interviene incluso en conductas sencillas.
Como funciones de importancia del SN mencionamos:
1- Regular la actividad de los diferentes órganos y de todo el organismo;
2- Lograr una adaptación rápida frente a modificaciones del medio externo;
3- Enlazar órganos y sistemas, coordinar actividades y condicionar la integridad del organismo;
4- Configurar la base material del pensamiento, el lenguaje, el aprendizaje y la memoria.
En una visión simplificada, la función cerebral puede considerarse como producto del neocórtex junto al sistema límbico, que se complementan para generar la conducta humana con propósito y objetivo.
El sistema límbico es el vínculo primordial con la emocionalidad y la motivación para la acción, así como el proceso de aprendizaje y memoria -se recuerda sólo aquéllo que emocionalmente nos interesa-.
Podríamos definir al SN junto con el inmune y endócrino como instrumentos de aprendizaje.
La gente que triunfa, que es feliz, no es necesariamente la de mayor coeficiente intelectual, sino la que tiene mayor capacidad de relación-comunicación-adaptación-integridad-inteligencia emocional. La integridad es honestidad en el plano emocional y coherencia en la triple personalidad. Pretender vivir con áreas emocionales turbulentas, teniendo una perfecta salud física y buenos vínculos es como cargar el tanque de un auto con gasolina adulterada y pretender una buena combustión.
Podemos cambiar el significado de los eventos dolorosos del pasado al modificar el código de lectura de los sentimientos: un sentimiento intenso “congelado en el pasado” genera un resentimiento tóxico en el presente -el miedo se congela en el riñón y la rabia en el hígado-.
Nos debemos perdonar, dejarnos pasar, fluír, ser más flexibles.
Siguiendo la ley de 7, podemos clasificar el SN en:
1) médula espinal;
2) bulbo raquídeo;
3) protuberancia;
4) mesencéfalo;
5) cerebelo;
6) diencéfalo y
7) hemisferios cerebrales.
Siguiendo la ley de 3, es posible considerar:
un cerebro reptil (incluye b, c, d y e),
un cerebro mamífero (f) y
un cerebro humano (g).
Siguiendo la ley de 5, es factible consignar:
1) Hemisferio cerebral derecho (analógico emocional);
2) Hemisferio cerebral izquierdo (lógico-analítico lineal);
3) Diencéfalo (intuitivo homeostático)
4) Cerebelo (equilibrio automático y coordinación fina)
5)Tallo cerebral (circuitos de supervivencia)
Estos 5 cerebros corresponden a los 5 movimientos de la conciencia: tierra, agua, fuego, aire y éter.
La conciencia es un patrón organizado de información y tiene que ver con el aprendizaje y la atención, llevándonos a descubrir la pausa, el vacío, el silencio; es el campo relacional que le da sentido a la vida.
El cerebro es un campo totipotencial, coherente, complejo, capaz de leer el campo cuántico. En otras palabras, podemos definir al campo neuronal como la expresión más organizada del campo etérico, siendo el sistema nervioso agente de dicho campo.
El cerebro actúa como una antena receptora de energía e información que luego procesa y distribuye en el sistema, pudiendo asimilarse a una bomba aspirante-impelente, que trabaja en 3 dimensiones: anteroposterior, lateral y sagital.
“El hilo del universo es, tal vez, una cadena de ideas en resonancia. Si el universo es mental, si cada cosa más allá de su materia densa y sus campos electromagnéticos es la precipitación de una idea, explicaría por qué una acción tan sutil como la visualización tiene efectos tan poderosos. La mente humana es un poderoso instrumento cuyas posibilidades apenas empezamos a vislumbrar”.