La Sintergética es una hija del surgimiento de la nueva cultura, producto de una humanidad diferente a aquella que debimos, como médicos, abordar con criterios casi puramente bioquímicos.
Estas necesidades que incluyen el suministrar una respuesta seria al desafío de la creciente polución electromagnética y el desarrollo monstruoso de la petroquímica, también se relacionan hoy con la elaboración de estrategias que nos permitan afrontar ese vacío existencial, que se ha hecho más intenso en el clímax del consumismo y la crisis en los antiguos patrones de relaciones.
El terapeuta para la nueva cultura no podrá ser el antiguo médico metido en la camisa de fuerza de actitudes, valores y creencias que se pretenden aplicar, como por inercia, a un hombre que ya no existe.
El software –la información, la conciencia del mundo y de sí– transforma de tal manera el hardware, el disco duro de su realidad molecular, que después del ingente bombardeo de los medios masivos de comunicación, el mismo cuerpo humano no podrá tener idénticos patrones de respuesta.
Los nuevos desafíos ya no sólo incluyen la necesidad de dar respuesta a la contaminación microbiana, química y electromagnética, sino que imponen la búsqueda de soluciones para un problema de repercusiones más globales para la calidad de la vida humana: el de la polución informática.
Medicina de la conciencia que se diversifica en cascadas de información, energía y materia, la Sintergética asume la conciencia misma como el común denominador que puede integrar paradigmas médicos y técnicas terapéuticas, en una metavisión que de vigencia social a una medicina que, de tal modo, será más humana.
Hemos de ver la amenaza como un desafío para crecer; como una preciosa oportunidad para humanizarnos. Y esta humanización es la armonización de patrones relacionales representados en la incesante búsqueda de relaciones humanas justas.
Éstas y la armonización relacional del individuo consigo mismo y con la naturaleza, serán así capítulos esenciales dentro de las nuevas ciencias de la vida, como disciplinas concebidas para sistemas abiertos en permanente transformación.
Lejos de los extremos del materialismo estrecho y del vitalismo idealista, lejos incluso de un holismo que totaliza pero no aporta soluciones pragmáticas, la medicina postmoderna expone un integrismo dinámico y fluido, que ya empieza a abrirse paso en un marco relativista, para el que la verdad no es más que un momento de síntesis, en el que múltiples tendencias confluyen para crear la dinámica momentánea de la vida.
*El texto es un fragmento del libro de Jorge Carvajal “HACIA UNA MEDICINA CON ALMA”