Cuando respiramos, el aire entra y sale de los pulmones a través de las vías respiratorias. Pero la gente con asma tiene un problema en esas vías respiratorias, también denominadas bronquios. Los bronquios suelen estar inflamados e irritados por dentro, lo que significa que no son tan eficaces a la hora de inspirar y de expulsar aire. No hay suficiente espacio en su interior para que el aire pueda fluir con normalidad.
La inflamación de los bronquios se incrementa durante las crisis asmáticas, lo que dificulta la respiración. Durante una crisis asmática, también denominada ataque o episodio asmático, los pulmones también es posible que produzcan una gran cantidad de mucosidad pegajosa que obstruye parcialmente las vías respiratorias. Y los músculos que hay alrededor de estas vías se contraen, estrechándolas todavía más. Todo esto puede generar problemas respiratorios bastante importantes.
Cómo el asma afecta la respiración
Durante una crisis asmática, una persona puede presentar:
-Dificultad para respirar (algunas personas lo describen como si intentaran respirar a través de una pajita)
-Dolor u opresión de pecho
-"Pitos" o "silbidos" al respirar (respiración sibilante)
-Tos
Las crisis asmáticas también pueden provocar sudoración o hacer que la persona sienta como si el corazón le fuera más deprisa de lo normal, incluso estando sentada y quieta.
¿Qué hacer ante una crisis asmática?
Todas las crisis asmáticas requieren atención inmediata. Tal vez necesite tomar algún medicamento, ir al médico o, incluso, acudir a un servicio de Urgencias.
Aprender a afrontar las crisis asmáticas cuando ocurran es algo imprescindible para el enfermo.
Una crisis asmática puede durar unas pocas horas o más si no utiliza el medicamento de rescate contra el asma (o de alivio rápido). A menudo unas cuantas aplicaciones del inhalador bastarán para mejorar el cuadro.
Prevenir que una crisis se produzca es mejor que tratarla cuando ocurre. Una forma de conseguirlo es alejándose de los desencadenantes. Por desencadenante, entendemos aquellos elementos que provocan síntomas asmáticos. Muchos personas que tienen asma también padecen alergias, de modo que los desencadenantes más frecuentes incluyen elementos que provocan síntomas alérgicos.
Algunos de ellos son: las mascotas, la caspa de los animales, los ácaros del polvo (unos bichitos diminutos que habitan en el polvo doméstico), el moho y las cucarachas.
Hay otros desencadenantes que no provocan síntomas alérgicos, pero irritan las vías respiratorias: el humo del tabaco, el aire frío, el ejercicio físico y las infecciones, como los catarros. Mantenerse alejado de los desencadenantes evita algunas de crisis asmáticas.
Las crisis asmáticas pueden ser graves o leves y pueden ocurrir repentinamente, pero también se pueden ir preparando a lo largo del tiempo, sobre todo en aquellas personas que no están siguiendo un tratamiento adecuado que les permita evitarlas.
Es imposible evitar todos los desencadenantes o detener todas las crisis, por lo cual, estar atento a los factores que pueden producirlas.
Algunas señales que ayudan a reconocer qué siente cuando se avecina una crisis:
¿Tiene dolor u opresión de pecho?
¿Se encuentras cansado?
¿Empieza a toser aunque no estés acatarrado?
¿Le pica la garganta?
*Si tienes un medidor de flujo espiratorio máximo (un dispositivo que mide la cantidad de aire exhalado por los pulmones), este podría ser un buen momento para utilizarlo.
Si nota que se está avecinando una crisis, pida ayuda. Utiliza el medicamento de rescate contra el asma (o de alivio rápido) tal y como te haya indicado el médico e informa a la gente que te rodea de lo que te está ocurriendo.
No ignore el ataque con la esperanza de que se resolverá solo.
No lo hará y podría acabar en Urgencias.
¡¡SIEMPRE ES PREFERIBLE LA PREVENCION!!