Tener un sistema inmunitario fuerte y bien regulado es uno de los elementos clave para disfrutar de una salud óptima.
Todas las personas conocemos la importancia del sistema inmunitario para tener una buena salud, ya que es el encargado de equilibrar el medio interno (homeostasis) de nuestro cuerpo. Nos defiende del ataque de diferentes patógenos (virus, bacterias, hongos, parásitos…), del posible crecimiento de células cancerosas y de otros elementos extraños, como sustancias químicas o tóxicos con los que entramos en contacto.
Tener una visión integral de la salud, nos ayudará a ser más conscientes de la importancia que tiene contar con un sistema inmune a punto, y de que son muchos los factores que influyen en su buen funcionamiento y desarrollo, en los cuales podemos trabajar para mejorarle y hacerle más eficaz.
Por tanto, consideramos que el diseño de estrategias sanitarias para mejorar la salud de las personas y de las sociedades deben basarse en la promoción de estilos de vida saludables y en la responsabilidad individual, mediante el compromiso de los sistemas públicos y políticas de salud que favorezcan su desarrollo. Trabajar juntos en conseguir esta visión, nos permitirá un enfoque completo del bienestar, centrando las energías y los recursos en construir salud y no sólo en luchar contra la enfermedad.
Recopilar diferentes estrategias encaminadas a mejorar nuestro sistema inmunitario, nos serán útiles tanto en la situación actual que estamos viviendo como en cualquier otro momento de nuestra vida. Un primer paso es dar a conocer todas estas estrategias preventivas a la población de manera sencilla y práctica, para ir generando el cambio progresivo de paradigma hacia un modelo salutogénico.
Nuestro estilo de vida condiciona nuestra salud y sistema inmunitario.
La alimentación, la gestión del estrés, el consumo de alcohol, tabaco y otras drogas, la regulación del sueño, el estado emocional y la práctica de ejercicio físico van a ser claves para mejorar nuestra salud, porque desde una visión integral todos ellos condicionan la recarga continua del sistema inmune.
La pandemia está generando una mayor responsabilidad y compromiso.
La situación que estamos viviendo, desde hace ya más de un año, está cambiando muchas de las costumbres y valores sociales arraigados. También está cambiando la forma en que las personas valoran la salud y la vida. Se está generando un momento óptimo para avanzar en la adquisición de responsabilidad y compromiso, tanto individual como colectivo. Los conocimientos que actualmente se tienen sobre la COVID-19 dejan patente que los estilos de vida y el estado de salud previo de las personas condicionan el pronóstico de la enfermedad. De nuevo vemos cómo las personas con enfermedades crónicas y/o factores de riesgo (obesidad, diabetes, hipertensión, tabaquismo, EPOC, cáncer, enfermedades autoinmunes…) son las que tienen más riesgo de enfermar y de sufrir más complicaciones.
Además, en base a últimas publicaciones, la propagación de la enfermedad es menor en aquellas civilizaciones y culturas que viven de acuerdo con la naturaleza y en armonía con el planeta: se alimentan de forma saludable, no están expuestos a tóxicos y a contaminación medioambiental, y viven alejados del hacinamiento de las grandes ciudades y del estrés que supone residir en ellas. Sin duda replicar estos modelos no es fácil dado las condiciones de vida que tenemos, pero hay que trabajar hacia mejorar en la medida de lo posible nuestras condiciones de vida, y como piezas claves se encuentran proteger nuestro entorno y vivir en la máxima coherencia posible con nuestro planeta.
Dar el primer paso
Empecemos por generar conciencia individual y trabajar cada uno en este entorno. Es el primer paso de este enfoque integral, integrado e integrativo de la salud. Nosotras como enfermeras y profesionales de la salud tenemos la responsabilidad de ayudar en este proceso de mejora continua de la salud y el bienestar.
Por lo tanto, os animamos a incorporar las estrategias que se plantean en este documento enfocadas todas ellas a la promoción de estilos de vida saludable, y a la vez en seguir profundizando en el cambio de los estilos de vida.
tu salud es nuestro compromiso y a la vez tu responsabilidad.
Todas las personas somos parte de la solución para salir reforzadas de esta crisis sanitaria.
Es posible morir de amor. Los científicos están a punto de darle la razón a los creadores de las numerosas historias románticas de la literatura, al poder explicar cómo la mente actúa sobre el cuerpo y cómo los golpes de la vida pueden enfermarnos.
Recientes investigaciones señalan que el cerebro y el sistema inmunológico mantienen un diálogo constante y, siendo así, las emociones, felices o tristes, desencadenan en el organismo una serie de respuestas estrictamente fisiológicas, que varían según el individuo. Es la química del estrés. Palabra creada por un psiquiatra canadiense, Hans Seyle, que conquistó al mundo.
Esto explicaría, con pruebas biológicas, por qué se da el caso del abuelo que no sobrevive más que algunos meses a la muerte de su cónyuge o, que hay algo más que una coincidencia en el hecho de que el niño sufra una fiebre el mismo día de su ingreso al colegio.
Bajando la guardia
Alors Sheldon Cohen, un psicólogo norteamericano, se ha vinculado a un equipo de investigadores ingleses que estudian ahora la más corriente de las enfermedades, el resfriado. Pero mientras ellos buscan un método de curación, el estadounidense busca saber si el estrés favorece la instalación del virus. Lo que lo obsesiona es conocer cómo es la situación emocional de los afectados, su dosis de estrés en el momento de contraer el virus.
Mientras tanto, una avalancha de trabajos recientes demuestran que el cerebro y el sistema inmunológico -responsable de la salud- mantienen para bien o para mal un diálogo constante. Los neurobiólogos y los inmunólogos empiezan a vislumbrar las pruebas para determinar los mecanismos que, partiendo del estrés, agreden el cerebro, obligando quizás a que el sistema inmunológico baje imprudentemente su guardia. Un organismo en estas condiciones, estaría a merced de los virus.
Muchos médicos consideran que, en ciertos casos, en la aparición de una enfermedad existe una relación causa -psicológica y efecto-orgánico- en la que hay algo más que coincidencias. Pero este viejo debate de la medicina psicosomática está a punto de ser probado biológicamente. En el caso de los astronautas, por ejemplo, se ha constatado que el estrés aparece en mayor nivel en el momento del retorno a la Tierra y también es cierto que, en estos momentos, se produce una baja de condiciones en su sistema inmunológico. Lo que pretenden ahora los investigadores es descubrir en la sangre de los astronautas la señal biológica del estrés.
En los últimos diez años, se ha configurado una nueva ciencia interdisciplinaria: la psico-neuroinmunología, que busca obtener las bases biológicas que confirmen algo que empíricamente se ha descubierto a base de seguimientos. Esta fue también la teoría expuesta dramáticamente por el profesor Fritz Zorn, hace doce años, cuando publicó su autobiografía, "Mars". Poco antes de morir, Zorn escribía: "Soy joven, ríco y culto. Pero tambíén soy infeliz, solitario y nervioso... naturalmente tengo cáncer". Sin duda empleó una extraña palabra, "naturalmente", que entonces daba la razón a la medicína psicosomática en su intento por explicar cómo la mente influye sobre el cuerpo.
Como el estrés puede, por intermedio del cerebro, engañar al sistema inmunológico para que se vuelva en contra del propio organismo que en esencia defiende, hoy los científicos están convencidos de que los trajines de la vida pueden algunas veces ser el origen de ciertas alergias y problemas como la urtícaria, el asma o la psoriasis.
Pero hay también un lado positivo en esto. Tenía razón Rabelais cuando señalaba que "los seres felices siempre se curan". En otras palabras, también una moral "en alto" puede ayudar a luchar contra la enfermedad. Eso es lo que parecen indicar los resultados de una célebre investigación de los psicólogos británicos H.S. Greer y T. Morris, de Cambridge, quienes han estudiado la actitud de un grupo de mujeres después de la operación de cáncer del seno. Los investigadores les hicieron un seguimiento y, cinco años más tarde, constataron que entre el grupo de mujeres que se negaron a darse por vencidas y tuvieron la firme voluntad de superar la enfermedad, solamente se presentó un 35% de metástasis y un 10% de mortalidad. En cambio, en el grupo de mujeres que aceptaron estóicamente la enfermedad o que se dejaron llevar por la desesperación, los índices de metástasis habían alcanzado el 75% y la mortalidad era del 38%.
Aunque todavía el cáncer aparece ante la naciente psico-neuroinmunología como un proceso infinitamente complejo, los científicos esperan pacientemente por el instrumento que un día les permita establecer la verdad que existe entre las simples coincidencias y los efectos reales -positivos o negativos- de los aconteceres de la vida sobre el organismo.
Reflejo condicionado
No era sólo un signo de excentricidad que Marcel Proust sufriera ataques de asma a la simple vista del cuadro de "Los Girasoles" de Van Gogh, aunque no hubiera a varios kilómetros a la redonda el polen que le ocasionaba la alergia. La respuesta salió recientemente de un laboratorio: es un reflejo condicionado.
El doctor Robert Ader, del Departamento de Psiquiatría de la Escuela de Medicina de Rochester, Estados Unidos -y pionero de la psiconeuro-inmunología- descubrió que la respuesta del sistema inmunológico puede ser convertida en reflejo, de la misma forma que la salivación en el perro de Pavlov. En el experimento, se les dio a ratas sedientas agua con sacarina, producto que ellas detestan. Simultáneamente se les inyectó una sustancia que hacía bajar sus defensas inmunológicas. Algunas semanas más tarde, se les presentó a las mismas ratas sedientas el agua con sacarina.
Pero esta vez no se les inyectó la sustancia. El estrés, recordándole al organismo el choque de la primera experiencia, bastó por reflejo para disminuír la inmunidad en los animales.
Esto podría explicar, entonces, por qué algunas personas enferman cada aniversario de una experiencia dolorosa-accidente, duelo, separación, etc.o cuál es el mecanismo que actúa en el efecto placebo, que lleva a un paciente a mejorar después de ingerir un medicamento falso.
Por qué el sistema inmune ataca al organismo?
Los avances abren, sin embargo, nuevos interrogantes. El sistema inmunológico, que por mucho tiempo se consideró autónomo, recibe informaciones del cerebro. Pero, ¿qué puede representar para el organismo que exista un mecanismo capaz de obligarlo a bajar la guardia a merced de los aconteceres de la vida? En el momento, los biólogos no pueden ir más lejos en la descripción de la cadena estrés-cerebro-sistema inmunológico-enfermedad (o curación). Y parte de ello es también el hecho de que la respuesta al estrés es individual. Cada persona reacciona en forma diferente.
Sin embargo, hay algo que parece claro: quienes más traducen en enfermedad los golpes emocionales son aquellas personas que parecen estar más adaptadas a la realidad. "El conformista, el que ha olvidado los sueños, no tienen posibilidad de escape -señala el profesor Jacques Gorot, agregado al Hospital Bichat.
Colocados en situación de crisis psicológica, pueden desarrollar enfermedades graves". No sería raro, entonces, que los científicos descubran muy pronto que María, la de Efraín y la misma Margarita Gautier, murieron por una pena de amor "somatizada".
Primero, hable con su médico acerca de sus síntomas. Su médico debe hacerle un examen y tomarle su historia clínica para asegurarse de que sus síntomas no sean causados por algún problema físico no relacionado. Es posible que su médico le recomiende que consulte con un especialista en salud mental, como un psiquiatra o psicólogo.
Por lo general, el trastorno de ansiedad generalizada se trata con psicoterapia, medicamentos o una combinación de ambos. Pregúntele a su médico cuál es el mejor tratamiento para usted.
Psicoterapia
Un tipo de psicoterapia llamada terapia cognitivo-conductual es especialmente útil para tratar el trastorno de ansiedad generalizada. Le enseña a la persona diferentes formas de pensar, comportarse y reaccionar ante distintas situaciones para ayudarle a sentirse menos ansioso o preocupado.
Medicamentos
Los médicos también pueden recetar medicamentos que ayudan a tratar el trastorno de ansiedad generalizada. Su médico trabajará con usted para encontrar el mejor medicamento y dosis para usted. Hay diferentes tipos de medicamentos que pueden ser eficaces para tratar este trastorno.
Terapias alternativas
Sin dejar de lado el tratamiento médico para la ansiedad, también tenemos las terapias alternativas para enfrentar y reducir los síntomas de la ansiedad:
- Aromaterapia
- Flores de Bach
- Fitoterapia
- Homeopatía
- Reiki
Nunca abandone su tratamiento demasiado rápido. Las distintas terapias pueden tomar algún tiempo hasta lograr resultados. Un estilo de vida saludable también puede ayudar a combatir la ansiedad. Asegúrese de dormir lo suficiente y hacer ejercicio, comer una dieta saludable, y recurrir a la familia y los amigos de confianza para apoyo.