Hay algunas pautas que puedes seguir para fortalecer tu sistema inmune en tiempos de pandemia…
Regulá tus emociones: Ahora ya sabes lo importantes que son tus emociones para el sistema inmune, de modo que regulalas. Puedes regular tus emociones al sentirlas, al no reprimirlas o asfixiarlas, lo haces también cuando permites que la emoción salga de ti… puede ser llorando, escribiendo, dibujando… tú decides.
También regulas tus emociones cuando hablas con alguien de confianza o buscas a un psicólogo, cuando respetas tus tiempos emocionales y dejas que la tristeza esté contigo el tiempo que necesite. Y una manera sencilla y rápida de regular tus emociones, es por medio de la respiración calmada y serena, siendo consciente de cada movimiento, de la profunda calma que sientes cuando solo estás con tu respiración.
Dedicate tiempo libre: A pesar de que los confinamientos puedan impedirnos excursiones a otros lugares, es importante que te tomes tiempo libre solo para ti. No hace falta que salgas de casa si no puedes, tan solo puedes hacer una relajación, meditar, puedes cocinar si te gusta, escribir o leer, escuchar música o ver una película. Busca dos o tres actividades que puedas hacer estés donde estés y que te ayuden a crear un espacio solo para vos.
Relajate y descansá: La llegada del teletrabajo puede tener cosas buenas pero también cosas malas, como puede ser una mayor confusión con los horarios laborales. Sé que no siempre es fácil encajar el trabajo con las demás responsabilidades vitales, pero es importante que al menos un día de la semana, lo dediques a relajarte, a no preocuparte por las tareas del hogar y así descansar.
Cada persona descansa de una manera. Tu descanso puede ser pasar toda la mañana en la cama, meditar durante 1 hora, salir a dar un paseo al parque, tomar el sol en la terraza, puede ser tumbarte en la cama y observar tu cuerpo… busca aquello que te relaja y hace que tu mente suelte sus preocupaciones.
Dormí bien: Muchas personas consideran que el tiempo que duermen es una pérdida de tiempo. Yo nunca lo he visto así, para mí dormir bien por la noche es una necesidad (además de un placer). Cuando dormimos, nuestra memoria asienta sus recuerdos, nuestros órganos y tejidos se reparan, nuestro sistema endocrino realiza funciones que no puede hacer cuando estamos despiertos.
El insomnio es otra pandemia que llevamos años viviendo y eso afecta de manera directa a tu mundo emocional y por tanto a tu sistema inmune. Algunos consejos que puedes seguir para dormir mejor, son: no comas nada 2 horas antes de irte a dormir, exponete a una luz tenue y evita las pantallas de móviles y tablets para promover la segregación de melatonina, dormir sobre tu costado derecho para que el corazón funcione mejor durante la noche, si te cuesta mucho dormir o te despiertas en mitad de la noche y no puedes conciliar el sueño de nuevo, levantate de la cama tras 30-45 minutos sin dormir y haz alguna actividad tranquilizadora que relaje tu cuerpo y cuando sientas sueño, volvé a la cama.
Cuidá lo que comés: Como ya sabes, tu mundo emocional y tu sistema inmune, también habitan en tu intestino, de modo que lo que comes, determina tu microbiota. Toma alimentos sanos, verduras y frutas, comida no procesada, toma legumbres, bayas y frutos secos al natural, toma alimentos con probióticos como el yogur, los encurtidos y ciertos quesos.
Y ante todo… querete: Esto es lo más importante… querete porque sos una persona única y cuando te querés, te cuidás, te sentís bien contigo mismo y sos capaz de afrontar con serenidad cualquier reto que traiga la vida hasta vos.
Nuestro sistema inmune nos protege frente a virus, bacterias y otros visitantes que puedan atacarnos y hacernos enfermar. También cumple un papel citotóxico importante, destruyendo las células tumorales antes de que conviertan en malignas y puedan provocar cáncer.
Aunque normalmente el sistema inmune nos ayuda, en ocasiones también es fuente de enfermedades cuando identifica a células propias como ajenas, creando enfermedades auto-inmunes como el hipotiroidismo y vitiligo. Las emociones tienen un gran poder sobre nuestra salud física y mental.d.
La psico-neuro-inmuno-endocrinología, es una especialidad médica que estudia la manera en que lo que sentimos y pensamos, interacciona con el funcionamiento de nuestro cuerpo. Cada vez hay más estudios científicos que demuestran esta relación emoción-cuerpo.
De hecho se ha observado que las emociones desagradables (miedo, ira, frustración, odio, tristeza, melancolía, etc.), predisponen a la aparición de somatizaciones y enfermedades al debilitar el sistema inmune, aumentando la vulnerabilidad de padecer enfermedades cardiovasculares, afectando al sistema endocrino, al respiratorio y al gastrointestinal.
La activación excesiva que sufre nuestro cuerpo cuando estamos estresados, modifica la manera en que todo nuestro cuerpo funciona y uno de los grandes afectados es el sistema inmune. En un primer momento de estrés, el sistema inmune es capaz de aumentar su respuesta y defendernos mejor, pero ante un estrés crónico o prolongado, termina agotándose y promoviendo la inflamación de nuestro organismo. Y este ambiente pro-inflamatorio es el que está detrás de las enfermedades crónicas que son tan comunes en el siglo XXI.
El 70% del sistema inmune, vive en tu intestino, en la variada microbiota que vive en él. El problema es que la microbiota, una colonia de millones de bacterias que nos ayudan, es muy sensible a nuestras emociones, especialmente al estrés, la ansiedad y la tristeza. De hecho, el 95% de la serotonina que segrega nuestro cuerpo, lo hace el intestino y no el cerebro, por lo que mantener sano nuestro microbioma, es esencial para la salud física y emocional.
Estamos viviendo tiempos extraños y nuestras emociones lo saben. La limitación de la movilidad, el aislamiento, el cambio en nuestros hábitos cotidianos, el distanciamiento con seres queridos, perder a seres amados por el Covid-19 o estar nosotros mismos enfermos, alteran nuestro mundo emocional y también la manera en que funciona nuestro sistema inmune.
Después de la aplicación de vacunas en millones de personas en las últimas semanas, los expertos advierten de leves efectos secundarios que se pueden producir. Cuáles son y qué riesgo implican
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Por Víctor Ingrassia
Para Infobae
A un año del surgimiento del nuevo coronavirus SARS-CoV-2 en la ciudad de Wuhan, en China, la ciencia avanzó a pasos agigantados para desarrollar, probar y comenzar a aplicar las primeras vacunas contra la enfermedad COVID-19, que ya infectó a casi 80 millones de personas y mató a más de 1,7 millones en todo el mundo.
En los últimos días, decenas de países ya comenzaron a aplicar distintas vacunas contra el coronavirus, con prioridad para los grupos de riesgo más importantes como son el personal de salud y los adultos mayores.
Algunas de estas vacunas que están siendo aplicadas ya fueron aprobadas por entidades regulatorias médicas de varios países como las de Pfizer/BioNTech, Moderna, luego de que sus laboratorios concluyeran y publicaran sus estudios de Fase III. Otras como la rusa Sputnik V o las chinas de Sinopharm o CanSino comenzaron a ser aplicadas en sus países sin haber publicado dichos ensayos clínicos para revisión. Y la otra inoculación que terminó sus ensayos y está a la espera de la aprobación en Reino Unido es la AZD1222 desarrollada por la Universidad de Oxford y el laboratorio AstraZeneca, cuya materia prima también se produce en Argentina.
En estas últimas dos semanas, la expectativa por la primera aplicación de las dosis creció a medida que la ciencia también monitorea los posibles efectos adversos que las vacunas pueden generar cuando se inocula masivamente a la población.
La Escuela de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins en Estados Unidos publicó un detallado informe sobre qué se puede esperar de los efectos secundarios de la vacunas contra COVID-19. El doctor William Moss de dicha institución explicó que los efectos secundarios pueden variar según el tipo de vacuna COVID-19 que se suministre. “Sabemos más sobre los efectos secundarios después de la vacunación con las vacunas de ARN mensajero (o ARNm) de Pfizer y Moderna, en donde el más común es dolor en el lugar de la inyección. Otros incluyen fatiga, dolor de cabeza, dolores musculares, escalofríos, dolor en las articulaciones y posiblemente algo de fiebre”, explicó el experto, que indicó que dichos efectos duran de 24 a 48 horas y no más de unos pocos días, y que los mismos fueron más frecuentes después de la segunda dosis en los ensayos previos.
“Estos efectos secundarios son típicos de la inflamación inducida por las vacunas y son un signo de la respuesta inmunitaria del cuerpo a la vacuna. Algunas vacunas son más reactogénicas, término que se usa para describir este tipo de efectos secundarios, y algunas personas tienen reacciones más graves que otras. Los efectos secundarios de las vacunas COVID-19 son similares a los que se observan después de la vacuna contra el herpes zóster”, puntualizó el especialista y remarcó que los mismos han sido menos frecuentes y graves en adultos mayores de 55 años en los ensayos de la vacuna.
Ante la pregunta de si una personas puede contraer COVID-19 entre dosis, Moss afirmó que sí: “Por eso es importante seguir usando tapaboca, practicar el distanciamiento social y lavarse las manos. La primera dosis no proporcionará una protección completa, y pasarán aproximadamente siete días después de la segunda dosis antes de que logre un nivel protector completo de inmunidad que se desarrolla en aproximadamente el 95% de los receptores de la vacuna. Si se está expuesto al SARS-CoV-2 antes de este tiempo, es posible que desarrolle COVID-19. Incluso una vez que haya recibido ambas dosis de la vacuna, seguirá siendo importante seguir practicando estrategias de mitigación de salud pública como máscaras y distanciamiento hasta que la pandemia esté bajo control y sepamos más sobre cómo las vacunas previenen la transmisión”.
Los datos detallados de las dos vacunas más avanzadas (Pfizer y Moderna) fueron publicados esta semana y ambas son consideradas seguras. Por una parte, los datos de la vacuna Pfizer/BioNTech, ya autorizada en varios países, aparecieron en la revista médica NEJM, tras haber sido reveladas por la Agencia Estadounidense de Medicamentos (FDA). El ensayo clínico realizado en unos 40.000 voluntarios muestra que esta vacuna provoca efectos secundarios clásicos, a veces molestos, pero sin peligro: 80% de los vacunados tuvieron dolor en el punto de inyección, muchos sintieron fatiga, dolores de cabeza y rigidez muscular y algunos registraron inflamación temporal en los ganglios.
Los efectos fueron más frecuentes e intensos en los jóvenes. Los datos de otra vacuna, la de AstraZeneca y de la universidad británica de Oxford, aparecieron en otra prestigiosa revista médica, The Lancet, según la cual muestran que esa vacuna, administrada a 23.000 voluntarios en el marco de un ensayo clínico, “es segura”. Estas vacunas se basan en dos técnicas diferentes. La de Pfizer/BioNTech utiliza una tecnología hasta ahora inédita, llamada de “ARN mensajero”. La de AstraZeneca/Oxford es una vacuna con “vector viral”: toma como soporte otro virus (un adenovirus del chimpancé).
Tanto para la vacuna de Pfizer/BioNTech como la de AstraZeneca/Oxford, los efectos secundarios hasta ahora son pocos. Solo un paciente a quien se le aplicó la vacuna de AstraZeneca/Oxford experimentó un “efecto secundario serio posiblemente relacionado” con esta inyección, según los datos publicados en The Lancet. Se trataba de un caso de mielitis transversal (una afección neurológica poco común) que motivó la interrupión temporal del ensayo a inicios de septiembre. Otros dos casos de efectos secundarios serios fueron detectados, sin que fueran atribuidos a la vacuna.
“Fue una respuesta adversa post vacunal conocida”, explicó a Infobae Gabriela Gutiérrez es investigadora del Conicet y directora de Inmunogenesis. “En una fase 3 se chequea la aparición de efectos adversos y la efectividad de la vacuna. Entre los posibles efectos adversos está este como conocido, que es una reacción inflamatoria, una disfunción inmunológica de la médula espinal, que puede darse a causa de una infección, por una enfermedad autoinmune o por respuesta a una vacuna”, sostuvo la experta. En ese sentido, y tras resaltar que “hay efectos a corto y largo plazo”, Gutiérrez sostuvo que “los efectos secundarios están normalmente relacionados al tipo de vacuna”, esto es, si utiliza un virus atenuado, si está basada en una proteína, o si utiliza un adenovector, como la de Oxford.
“En las de virus atenuado, el riesgo es que el virus se active; en las de proteína los efectos secundarios pueden estar relacionados con la eficacia, ya que al no usar virus disminuye su eficacia y también presentar efectos adversos -puntualizó-. En tanto en la de virus recombinante, no se conocen los efectos adversos del virus mutado, los cuales son más a largo plazo y pueden ir desde infecciones hasta efectos de tipo oncológico”.
En el caso de la vacuna Pfizer/BioNTech, el único efecto indeseable potencialmente preocupante es el de cuatro casos de parálisis de Bell, afección facial con frecuencia temporal. Pero esta frecuencia (cuatro casos entre 18.000 personas atendidas durante dos meses) no se diferencia de la observada regularmente en esta parálisis, y no se sabe por lo tanto si fue provocada por la vacuna. Finalmente, se registraron ocho casos de apendicitis entre vacunados, contra cuatro en el grupo placebo al que no se administra la vacuna sino un producto neutro para poder establecer comparaciones. Pero la FDA piensa que solo se trata de un azar estadístico sin relación con la vacuna.
¿Y las alergias?
Al día siguiente del comienzo de la campaña de vacunación con la vacuna Pfizer/BioNTech en el Reino Unido, las autoridades británicas anunciaron que dos personas reaccionaron mal a la inyección. Estaban todas afectadas de antemano por importantes alergias. Esto conduce a las autoridades sanitarias a no aconsejar la vacuna a las personas que tuvieron en el pasado una “reacción alérgica importante a las vacunas, medicamentos o comida”. Sin embargo, “eso no significa que la población general debe estar temerosa ante la idea de recibir la vacuna”, señaló Stephen Evans, profesor de fármaco-epidemiología en la London School of Hygiene & Tropical Medicine, citado por el organismo británico Science Media Centre (SMC).
La principal pregunta concierne la hipótesis de efectos indeseables posteriores, pues hasta ahora hay poca experiencia con estas vacunas. Pero aunque son autorizadas de urgencia a causa de la pandemia, sus datos seguirán siendo escrutados por las autoridades sanitarias mundiales a medida que se apliquen las vacunas, para poder reaccionar inmediatamente si es necesario. Esta trabajo es denominado farmacovigilancia cuando se trata de los medicamentos y vacunovigilancia en caso de vacunas.