EL pasado 20 de marzo comenzó a regir en nuestro país la medida restrictiva llamada vulgarmente “cuarentena”, y un día después comenzó el otoño; ¿casualidad? ¿sincronicidad? ¿coincidencia significativa?
La Medicina Tradicional China con su peculiar cosmovisión relaciona al ser humano con su entorno y con las fluctuaciones cíclicas que lo afectan.
Podríamos describir el otoño como una época en que las cosas se marchitan y deterioran; período para eliminar lo innecesario y guardar solo aquello que será preciso para el invierno. La vida se va replegando; la materia vuelve a su origen preparándose para un posterior renacimiento-primavera. Llega el impulso de recoger, guardar mezclado con la sensación de pérdida cuando la luz empieza a debilitarse y el aire se enfría. Crece el YIN y decrece el YANG. Se le asocia el color blanco, el momento del atardecer, el oeste como punto cardinal, la sequedad en el clima, el METAL como elemento, el PULMÓN como órgano-acoplado al INTESTINO GRUESO. Simbólicamente encarna el poder de la CONTRACCIÓN-SEPARACIÓN-ORDEN-DISCERNIMIENTO.
El METAL dentro del proceso sucesivo e interactivo de los 5 elementos es la madre del AGUA-Riñones, el invierno, la emoción MIEDO y al mismo tiempo es la hija de la TIERRA-Bazo/páncreas, la emoción preocupación/obsesión.
Así se utiliza la relación de dominancia para pronosticar el curso de las enfermedades de los órganos: suponiendo que un órgano se enferma con mayor probabilidad en su estación correspondiente -período donde están aumentadas la actividad y vulnerabilidad- y curará durante la siguiente estación correspondiente al hijo.
Si el pulmón se enferma en otoño el paciente curará en invierno.
Son atributos del metal:la nariz como ventana, el olfato como sentido, los mocos y esputos como secreciones, la piel y el cabello en los tejidos, la expresión en el LLANTO, y la TRISTEZA como emoción básica.
Como alteraciones físicas, tendremos: tos, respiración difícil, susceptibilidad a resfríos y gripes, alergias ambientales pero también problemas de evacuación y en piel y mucosas.
La enfermedad tiene como puertas de entrada: piel, boca, nariz y garganta.
Para la medicina convencional la infección aguda de vías aéreas superiores puede progresar hacia los espacios alveolares del pulmón configurando lo que se denomina NEUMONÍAS.
Las neumonías se diferencia entre las producidas por bacterias o por otros microorganismos como bacilos, hongos, rickettsias, micoplasmas y virus.
El cuadro clínico es parecido en casi todas, comenzando con fiebre, escalofrío, cefalea, tos, respiración agitada-disnea-y expectoración, aunque puede debutar con tos seca-áspera y dolorosa.
Salvo para las causadas por virus, existen tratamientos específicos -generalmente antibióticos.
Los virus causan la mayoría de esas infecciones agudas que suelen ser leves -resfriados comunes sin complicaciones pulmonares- aunque pueden llevar a insuficiencia respiratoria progresiva rápidamente en organismos predispuestos con síntomas pronunciados configurando una bronconeumonía -alvéolos contiguos a los bronquios- afectando más de un segmento pulmonar.
El diagnóstico se sospecha más cuando se trata de brotes de enfermedad respiratoria en instituciones y comunidades.
El tratamiento suele ser sintomático y las posibilidades de recuperación varían mucho según la naturaleza del agente viral, el grado de implicación del paciente y la presencia de enfermedad sistémica subyacente -autoinmune, diabetes, EPOC cardíacos, etc.
Toda la esperanza científica está puesta en los medicamentos antivirales y en la vacuna específica para enfrentar este virus en particular-COVID-19- nuevo y altamente contagioso.
Mientras tanto se han realizado intentos terapéuticos con algunos productos químicos -como la hidroxicloroquina , el ibuprofeno en solución, el Remdesivir,etc.
Dentro del campo de las medicinas complementarias, la Homeopatía está haciendo su aporte en la prevención como en el tratamiento de ésta viremia, disponiendo de un arsenal medicamentoso formidable para afrontar epidemias -como históricamente la fiebre amarilla en Buenos Aires 1870.
Al respecto se han reportado muy pocos casos de contagios y fallecidos en India donde la Homeopatía cuenta con muchos profesionales calificados, y está reconocida ampliamente, merced al uso de medicamentos preventivos que por ley de similitud, se asemejan al genio epidémico y resultan curativos en casos de neumonía.
De todos modos, en la práctica con pacientes se prescribe el remedio que mejor cubre las características individuales del cuadro clínico y sus peculiaridades. Asimismo la Medicina Sintergética, liberando el flujo de la circulación energética, activando el sistema inmune y facilitando el drenaje de toxinas y radiaciones nocivas, restaura el programa de salud preparando adecuadamente al campo físico-etérico.
Desde el punto de vista de la Medicina Germánica -R. Hamer- el conflicto psicobiológico que se localiza en los bronquios -ectodermo- tiene que ver con una AMENAZA DE TERRITORIO y el que toma los bronquiolos y alveolos pulmonares -endodermo- con el TEMOR A LA MUERTE Y A LA ASFIXIA.
Para L. Hay, los problemas pulmonares refieren al MIEDO A INSPIRAR LA VIDA Y A LA SENSACIÓN DE NO SER DIGNO DE VIVIR PLENAMENTE.
Y ¿qué connotaciones tiene la RESPIRACIÓN en nuestra vida?
Es un acto rítmico con dos fases, inhalación y exhalación, dos polos que se alternan, interdependientes y que juntos forman un todo dinámico. Podríamos sustituirlos por los de contracción/expansión configurando movimientos opuestos y complementarios, como el tomar y dar, el cerrarse y abrirse, querer relacionarse y necesitar distancia; seguir las normas y confiar en lo espontáneo.
Como proceso central en nuestro cuerpo LA RESPIRACIÓN es el intercambio perentorio ingresando con la inspiración del oxígeno contenido en el aire y en la espiración expulsando el anhídrido carbónico.
Así lo expresa admirablemente Goethe: “en la respiración hay dos mercedes, una inspirar, la otra soltar el aire. Aquella calma, ésta refresca, es la combinación maravillosa de la vida”.
El mismo aire que respiramos es el que respiran los demás -sean seres humanos, animales, plantas- trascendiendo la frontera de lo individual a la comunidad, uniéndonos constantemente con todo.
Mientras el contacto de piel -FRONTERA interna y externa- es más comprometido y voluntario, el de los pulmones es indirecto e inevitable. Nos genera una impresión y se establece una relación de CONVIVENCIA-COMUNICACIÓN.
La respiración nos permite tomar conciencia de nuestra pertenencia a la gran VIDA y volver a “ponernos en orden” con el universo. Nacemos en el primer aliento y partimos con el último; estamos en el aliento, pero no nos pertenece.
La respiración justa no es fruto de la voluntad sino que va y viene por sí misma. Requiere que la observemos sin alterarla, y a medida que se va disolviendo la resistencia a la espiración -SOLTAR- se va haciendo más suave, profunda, diafragmática, lenta y pausada; mientras que cuando estamos perturbados, la notamos alta y agitada.
Todas las lenguas antiguas utilizan la misma palabra para designar el ALIENTO y el ALMA/ESPÍRITU.
En el Génesis Dios infundió su “aliento divino” a la figura de barro convirtiéndola en criatura viva, dotada de alma. Así la palabra “animus-spiritus” lo alude.
En la kabalah hebrea, la palabra”neshama” -alma- tiene la raíz “nashom”que designa la respiración y la letra “hei” es símbolo del soplo.
El jeroglífico egipcio que le corresponde representa a un hombrecito levantando los brazos al cielo en actitud de plenitud de vida.
En la filosofía griega, el aire, “pneuma” es considerado el principio de la vida.
En la India, al hombre que alcanza la perfección se le llama”Mahatma”, que se traduce como “alma grande” o “aliento grande” y la doctrina hindú enseña que la respiración es portadora de la fuerza vital “prana” y a la ciencia de respirar la llaman “pranayama”.
Si contáramos la cantidad de respiraciones practicadas en un día a razón de 18 por minuto, nos daría la cifra de 25.920 que coincide en años con lo que demora el sol en recorrer el ciclo zodiacal completo -12 eras. Tal es la correspondencia micro-macrocosmos.
El OLFATO, por su parte, es un sentido primitivo que al ser excitado por los olores estimula las células de la membrana pituitaria ubicadas en el cornete nasal superior.
Ésta información, se traduce luego en el rinencéfalo, conectado al sistema límbico-cerebro- emocional en una percepción aguda y profunda en la psique.
En los animales el “buen olfato” es una guía fundamental, no sólo para reconocer los peligros, sino también para encontrar alimentos y pareja.
Entre los humanos solemos presentarnos tapando nuestro olor corporal típico con perfumes –aromas artificiales- convirtiéndonos en “personas en serie”
Esto en gran parte se debe a nuestro modo de vida y alimentación que han influido negativamente en el olor que despedimos. Sin embargo, si dos personas se atraen por sus aromas respectivos, encajan una con la otra en forma armónica -resonancia específica.
La naturaleza emana aromas muy particulares que nos evocan momentos, situaciones, lugares.
Así recuerdo vivamente cuando estuve en el lago Cisne-Parque Nacional Los Alerces, Chubut. Me detuve a contemplarlo casi como un paraíso terrenal y me impactó una fragancia única y especial que correspondía con ésa imagen. Me vino a la memoria lo que tan bellamente expresó Valentín -de los primeros cristianos y padre de la Gnosis, que vivió entre el 85 y el 158 DC- en su Evangelio de la Verdad: “ los hijos del Padre son su fragancia porque proceden de la Gracia de su rostro. Por eso el Padre ama su fragancia, la manifiesta en todos los lugares y mezclándose con la materia Él confiere su propia fragancia sobre la luz y en su reposo la exalta encima de cada forma y cada sonido. Pues no son los oídos los que aspiran la fragancia, sino su respiración (espíritu) la que tiene el sentido del olfato y la aspira hacia sí mismo y se sumerge en la fragancia del Padre”.
LA TRISTEZA -como emoción característica- deviene de la detención de la energía, la tendencia al lìmite, al encierro y al aislamiento de la corriente de la vida.
Cuando prevalece el sentir queda aprisionado en el pesar y la motivación se desvanece como el placer del vínculo .Aumenta el dolor de la pérdida, la reserva, el anclarse en los recuerdos. Surge la nostalgia por lo que ya transcurrió y la queja por lo que no fué, pudiendo derivar en una melancolía , angustia o FALTA DE ALIENTO.
Esta aflicción dramática aparece reflejada en el rostro -la palidez facial, los ojos pierden brillo, se marca el surco nasolabial-, en la frialdad de las manos, la debilidad, el desgano, como si todo el organismo se abandonara. Si sigue la pendiente puede arribar a lo que conocemos como depresión.
Ésta es una polaridad de manifestación, la otra sería un estado de indiferencia-insensibilidad-rigidez-desprecio por el entorno social.
Sin embargo, si podemos aceptar dicha emoción, darle lugar y reconocerla sin juzgarla, rechazarla o negarla, se convierte en una mensajera que nos conduce a la PROFUNDIDAD, INTERIORIZACIÓN Y SERENIDAD, que nos permite reflexionar, valorar y agradecer al adentrarnos en nuestro espacio íntimo, en esa soledad fértil de la pausa consciente.
Nos damos cuenta que no es malo sentir tristeza, y con humildad aprendemos la lección y dejamos de resistirnos a los cambios.
Justamente estos días leí un artículo en un diario donde se comentaba que a partir de la primer semana de aislamiento social obligatorio, de acuerdo a una encuesta realizada sobre 10.000 adultos, la tercera parte presentaba alguna condición compatible con una posible depresión- Universidad Favaloro/Conicet.
Los expertos advertían sobre el carácter acumulativo de los efectos psicológicos de la pandemia y la influencia del estado anímico sobre el sistema inmunológico.
Pero ¿cómo puede cada uno hacerse responsable del cuidado de su salud?
Resaltan como pilares cotidianos: la alimentación antiinflamatoria, el descanso satisfactorio, la actividad física regular, la gestión consciente de las emociones, el mantener la conexión con nuestra red afectiva y el aprovechamiento de las pausas -atención consciente, meditación y respiración rítmica.
Para terminar, va una vigente advertencia del padre de la Medicina, Hipócrates:
“Las enfermedades no nos llegan de la nada. Se desarrollan a partir de pequeños pecados diarios contra la Naturaleza. Cuando se hayan acumulado suficientes pecados, las enfermedades aparecerán de repente.”
Dr .SALOMÓN RAFAEL SZAPIRO