Tener una buena autoestima es importante no solo para hacernos sentir bien con nosotros mismos en el día a día, sino también porque es una buena guardiana de nuestra salud.
Entendemos que la autoestima es la valoración que hacemos sobre nosotros mismos, de manera personal y privada. Y, aunque está ligada a nuestra personalidad, propia e intransferible, puede ir cambiando a lo largo de la vida.
Nuestra autoestima, tanto cuando es positiva como cuando es negativa, influye en todos los aspectos de nuestra vida. Y de manera muy clara lo hace en nuestro comportamiento, porque afecta a cómo nos vemos, a qué pensamos acerca de nosotros y a la forma de interpretar las cosas que nos ocurren. También influye en nuestras relaciones sociales y en la toma de decisiones importantes que nos repercuten a nivel personal. Realmente es importante cuidar de nuestra autoestima, porque determina más aspectos de nuestra vida de los que en principio podríamos llegar a pensar.
La estrecha relación entre la salud y la autoestima
Además de todo lo dicho anteriormente, la autoestima tiene una relación directa con nuestra salud. Esta afirmación tiene más sentido de lo que parece, y es que las personas que tienen una autoestima alta, por norma general, cuidan de sí mismas: siguen una dieta más o menos saludable y realizan ejercicio físico, y ambas cosas inciden en nuestra salud y en la fortaleza de nuestro sistema inmune.
Por otro lado, las personas que tienen una baja autoestima tienen más posibilidades de abandonar el cuidado de sí mismas y de sentirse más deprimidas. Es fácil que opten por el sedentarismo o que puedan seguir una alimentación menos saludable, e incluso padecer algún tipo de desorden alimenticio, ya que estos suelen ir de la mano de una baja autoestima. Todos estos factores repercuten de manera directa en nuestra salud y debilitan el sistema inmune. Por lo tanto, la falta de autoestima puede perjudicar tu salud de diferentes maneras.
La autoestima es la gran guardiana de nuestra salud psíquica. Por eso las personas con baja autoestima son más proclives a sufrir estados depresivos, y a causa de su inseguridad les cuesta más encontrar la energía necesaria para salir de esa situación y transformar los pensamientos negativos en positivos. Además, la falta de autoestima nos hace más vulnerables y favorables a relaciones tóxicas, que pueden conlleva un maltrato hacia nuestra persona en diferentes niveles.
Por otro lado, una alimentación inadecuada y la falta de ejercicio físico, a causa de una baja autoestima, pueden causarnos desórdenes en el sueño, algo que provoca irritabilidad y falta de concentración para desempeñar las tareas diarias; y también puede ser el origen de un cuadro de hipertensión como consecuencia de un mal estilo de vida. Y a la hipertensión se pueden añadir problemas cardiovasculares, colesterol, etc.