La heterogeneidad es una de las palabras que mejor definen la infección causada por el nuevo coronavirus, el SARS-CoV-2. Muchas personas son asintomáticas, otras padecen formas leves de la Covid-19, hay quien sufre complicaciones graves y también se han producido numerosos fallecimientos. Además, algunos pacientes presentan síntomas leves o moderados durante meses y otros superan la patología pero arrastran graves secuelas.
Dos grupos diferenciados de pacientes
1- Secuelas del coronavirus
Las secuelas se refieren a aquellos pacientes han estado graves, en la mayoría de los casos han estado ingresados y en muchas ocasiones han tenido que permanecer en la UCI un tiempo. La secuela es el daño que se ha producido en una parte del organismo y que puede prolongarse bastante tiempo o, incluso, durante toda la vida.
En el grupo de personas con síntomas persistentes se incluye a aquellos pacientes que fueron diagnosticados tras una PCR positiva pero no tuvieron necesidad de ingresar en el hospital. También se engloba a las numerosas personas que empezaron a sufrir síntomas al principio de la pandemia, cuando todavía no había suficientes PCR, pero fueron diagnosticados por la clínica que presentaban y permanecieron aislados en casa.
Secuelas más frecuentes
La secuela más característica de la Covid-19 es, probablemente, la fibrosis pulmonar. La inflamación que se produce en el pulmón deja una especie de cicatriz que produce unas consecuencias de modo permanente o semipermanente durante un largo periodo de tiempo. En casos complejos les hace dependientes del oxígeno una gran parte de su vida. Hay algunos casos descritos en los que a los pacientes se les ha realizado un trasplante de pulmón ante el deterioro tan importante de la función pulmonar.
Se han documentado, asimismo, diferentes alteraciones cardiacas y renales en pacientes que han pasado la Covid-19. El daño en el corazón puede deberse a los efectos de los fármacos utilizados, pero también a la inflamación generalizada que produce esta enfermedad. La denominada tormenta de citoquinas, tan característica de la Covid-19, es responsable de muchos de estos daños. La afectación del riñón puede traducirse en insuficiencia renal o una eliminación elevada de proteínas en la orina.
Las secuelas sobre el sistema vascular son igualmente relevantes. La infección por SARS-CoV-2 provoca un daño del endotelio vascular y un estado proinflamatorio y protrombótico que puede dar lugar a la formación de trombos tanto pulmonares como en otras localizaciones del cuerpo. Secundariamente se puede desarrollar una hipertensión pulmonar que dificultará, asimismo, la oxigenación y la tolerancia al ejercicio.
En los pacientes que han estado en la UCI es frecuente la dificultad para respirar y el cansancio, así como la afectación de la fuerza muscular y motora.
También son habituales los trastornos cognitivos, como el deterioro de la memoria, y algunas alteraciones emocionales, derivadas fundamentalmente de la situación de aislamiento.
2 - Síntomas más importantes de la Covid-19 persistente
Los síntomas más frecuentes de la Covid-19 persistente -que algunos pacientes sufren desde hace más de seis meses- son los siguientes: la astenia o cansancio extremo; la incapacidad o imposibilidad para realizar las tareas cotidianas; la febrícula o fiebre; los trastornos respiratorios y la pérdida de olfato y gusto (anosmia y disgeusia).
No obstante, se han descrito prácticamente tantos síntomas como partes tiene el organismo: neurológicos (como dolor de cabeza), digestivos, cardiacos, respiratorios, oftalmológicos, osteomusculares, alteraciones endocrinas, de la coagulación, urinarios, psicológicos...