La microbiota
Los científicos definen la microbiota como “el conjunto de los microorganismos (todas las bacterias, arqueas, eucariotas y virus) presentes en un entorno definido”. Como la microbiota varía según su entorno, a la microbiota situada en el tracto intestinal, por ejemplo, se la denominará microbiota intestinal.
La microbioma
Al principio, el término microbioma se empleaba para designar los genes contenidos en los microorganismos.
Una definición general del microbioma incluye “el hábitat entero, incluidos los microorganismos (bacterias, arqueas, eucariotes inferiores y superiores y virus), sus genes y las condiciones ambientales exteriores”.
Con ánimo de simplificar, el término “microbioma” se utiliza también ahora para definir los microorganismos que se alojan dentro de nuestro cuerpo y sobre nuestro cuerpo (la microbiota).
¿Qué es la microbiota intestinal?
La mayor población de microorganismos en el cuerpo humano reside en el intestino, se trata de la microbiota calificada como intestinal. Estamos constituidos de un “ensamblaje” de células bacterianas y células humanas y aunque en un primer momento se creyó que las células bacterianas predominaban, estudios recientes indican que las células microbianas y humanas están presentes en cantidades comparables.
La microbiota intestinal de un individuo de 70 kg, por ejemplo, se compone de más de 100 billones de microorganismos y pesa alrededor de 200 g (como un mango mediano). Hay de 150 a 200 veces más genes en la microbiota de un individuo que en el conjunto de sus células.
El genoma humano contiene más de 23 000 genes, mientras que nuestro microbioma se compone de más de tres millones de genes que producen millares de metabolitos. En otras palabras, nuestros genes son microbianos en más del 99%.
Si bien existe un “núcleo” compuesto por grupos bacterianos comunes a todos los seres humanos sanos (la mayoría de nosotros compartiríamos un tercio de nuestra microbiota), la composición de cada microbiota intestinal es única y varía en función de:
factores sobre los que podemos actuar:
- los modos de alimentación (leche materna, fórmulas infantiles e introducción de alimentos sólidos);
- los fármacos (antibióticos, antiácidos, antidiabéticos…);
- los hábitos alimentarios y las maneras de cocinar;
- nuestro entorno y nuestro modo de vida (medio rural frente a urbano; actividad física);
- el aumento de peso.
factores sobre los que no podemos actuar directamente:
- la genética;
- el componente anatómico del tracto intestinal (por ejemplo, la diversidad microbiana del intestino es mayor que la del intestino delgado);
- la edad gestacional (parto prematuro frente a parto a término);
- el modo de nacimiento (parto vaginal frente a cesárea);
- la edad.
Cabe recalcar que aunque todos tengamos una microbiota específica, equivalente a un documento de identidad personal, esta microbiota aporta al ser humano unas funciones únicas (como digerir nutrientes que nosotros no somos capaces de digerir, producir vitaminas, etc.).