El cambio climático es una amenaza emergente considerable para la salud pública y modifica la manera en que debemos considerar la protección de las poblaciones vulnerables.
El informe más reciente del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático confirma que hay pruebas abrumadoras de que los seres humanos están afectando al clima mundial, y destaca una amplia variedad de consecuencias para la salud humana. La variabilidad y el cambio del clima causan defunciones y enfermedades debidas a desastres naturales tales como olas de calor, inundaciones y sequías. Además, muchas enfermedades importantes son muy sensibles a los cambios de temperatura y pluviosidad. Entre ellas figuran enfermedades comunes transmitidas por vectores, por ejemplo el paludismo y el dengue, pero también otras grandes causas de mortalidad tales como la malnutrición y las diarreas. El cambio climático ya está contribuyendo a la carga mundial de morbilidad y se prevé que su contribución aumentará en el futuro.
Las repercusiones del clima en la salud humana no se distribuirán uniformemente en el mundo. Las poblaciones de los países en desarrollo, en particular los pequeños Estados insulares, las zonas áridas y de alta montaña y las zonas costeras densamente pobladas se consideran especialmente vulnerables.
Las repercusiones del clima en la salud humana no se distribuirán uniformemente en el mundo. Las poblaciones de los países en desarrollo, en particular los pequeños Estados insulares, las zonas áridas y de alta montaña y las zonas costeras densamente pobladas se consideran especialmente vulnerables.
La OMS respalda a los Estados Miembros en la protección de la salud pública frente a las repercusiones del cambio climático y representa la voz del sector sanitario en la respuesta global de las Naciones Unidas a este desafío mundial.
Los riesgos climáticos para la salud son cada vez mayores, pero falta priorizar fondos para proteger la salud humana frente al cambio climático
Ginebra, Suiza, 3 de diciembre de 2019—Salvaguardar la salud humana de los efectos del cambio climático es más urgente que nunca, pero la mayoría de los países no están cumpliendo plenamente con sus propios planes para lograrlo, según la primera instantánea mundial de los avances en materia de cambio climático y salud. El nuevo informe se basa en datos procedentes de una encuesta realizada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 101 países y publicada en el 2018 WHO Health and Climate Change Survey Report.
Los países están priorizando cada vez más el cambio climático y la salud, y la mitad de los encuestados han desarrollado una estrategia o plan nacional en este ámbito. Es preocupante, sin embargo, que únicamente el 38% de los encuestados cuente con recursos financieros para ejecutar aunque solo sea parcialmente su estrategia nacional, y menos del 10% destine recursos suficientes para su plena ejecución.
«El cambio climático no es solo una factura que deberán pagar las generaciones venideras, sino que se está pagando ya ahora a través de la salud de las personas», dijo el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la Organización Mundial de la Salud. «Es un imperativo moral que los países dispongan de los recursos necesarios para luchar contra el cambio climático y salvaguardar la salud actual y futura.»
El 48% de los países han llevado a cabo una evaluación de los riesgos climáticos para la salud pública. Los riesgos más comunes que han señalado en relación con el clima han sido el estrés térmico, las lesiones o la muerte causados por fenómenos meteorológicos extremos, y las enfermedades de transmisión vectorial, alimentaria o hídrica (por ejemplo el cólera, el dengue o el paludismo). Sin embargo, alrededor del 60% de estos países informan de que los resultados de las evaluaciones han tenido poca o ninguna influencia sobre la asignación de recursos humanos y financieros para cumplir con las prioridades que se han fijado en los esfuerzos de adaptación para proteger la salud. La incorporación de la salud en los procesos nacionales e internacionales relacionados con el clima podría ayudar a obtener los fondos necesarios.
La encuesta reveló que los países encuentran dificultades para acceder a la financiación internacional para proteger la salud de su población frente al cambio climático. Más del 75% se refirió a la falta de información sobre las oportunidades de acceder a fondos destinados a la lucha contra el cambio climático, más del 60% a la desconexión de los agentes en la esfera de la salud con los procesos de financiación, y más del 50% a la falta de capacidad para preparar propuestas.
Dos tercios de las actuales contribuciones determinadas a nivel nacional al Acuerdo de París mencionan la salud, y el sector sanitario es uno de los cinco que más a menudo se señalan como vulnerables al cambio climático, pero ello no se ha traducido en los niveles de ejecución y apoyo que serían necesarios.
Además, los esfuerzos realizados hasta la fecha han demostrado que el valor de los beneficios para la salud derivados de la reducción de las emisiones de carbono duplicaría aproximadamente el coste de la aplicación de estas medidas a nivel mundial, y que el cumplimiento de los objetivos del Acuerdo de París únicamente en lo relativo a la reducción de la contaminación atmosférica podría salvar cerca de un millón de vidas al año en todo el mundo de aquí a 2050.
Sin embargo, muchos países no son capaces de aprovechar este potencial. La encuesta muestra que menos del 25% de los países cuentan con mecanismos de colaboración claros entre el sector de la salud y los sectores que más influyen en el cambio climático y la contaminación atmosférica: el transporte, la generación de electricidad y la energía doméstica.
Los beneficios para la salud que se obtendrían como resultado de la reducción de las emisiones de carbono rara vez se tienen en cuenta en los compromisos nacionales relacionados con el clima, como lo demuestra el hecho de que solo una quinta parte de las contribuciones determinadas a nivel nacional mencionan la salud en el contexto de la reducción de las emisiones, y solo una de cada diez menciona los beneficios esperados en la esfera de la salud.
«Para que el Acuerdo de París sea un instrumento eficaz en la protección de la salud de las personas, es preciso que desde todos los niveles del gobierno se dé prioridad a la mejora de la resiliencia de los sistemas de salud ante el cambio climático, y cada vez son más los gobiernos nacionales que apuntan claramente en esa dirección», dijo la Dra. Maria Neira, Directora del Departamento de Medio Ambiente, Cambio Climático y Salud de la Organización Mundial de la Salud.
«Si la salud fuera tenida en cuenta de manera sistemática en las contribuciones determinadas a nivel nacional —así como en los Planes Nacionales de Adaptación, las promesas de contribuciones para la financiación de la lucha contra el cambio climático y otras comunicaciones nacionales a la CMNUCC— el Acuerdo de París podría llegar a ser el acuerdo internacional más importante del siglo en la esfera de la salud.»
No obstante, existen desajustes que es preciso abordar urgentemente. Por un lado, hay que lograr que los países pongan en práctica los planes que elaboran, para lo cual se deben adoptar medidas dirigidas a eliminar los obstáculos que se lo impiden, como por ejemplo asegurarse de que el sector de la salud participe en los procesos de lucha contra el cambio climático y velar por que los países cuenten con la capacidad y el apoyo requeridos para acceder a la financiación que necesitan.
Por otro, hay que integrar la salud en los procesos de toma de decisiones que afectan a la reducción de las emisiones de carbono y otros objetivos en materia de sostenibilidad, y tener en cuenta los beneficios para la salud que se derivan de la adopción de medidas relacionadas con el clima.
Fuente: OMS - OPS