Cada persona presenta una microbiota única, con gran variabilidad en su composición que estará determinada por factores genéticos y ambientales, y que irá cambiando a lo largo de la vida bajo la influencia de distintas circunstancias.
Dentro del útero materno el feto dispone de su propia microbiota fetal (localizada en la placenta, líquido amniótico, cordón umbilical y meconio), y en el momento del nacimiento el tracto gastrointestinal del bebé es colonizado por las bacterias de la madre, así:
- El medio ambiente y la microbiota materna durante el parto
- La vía de nacimiento (vaginal o cesárea)
- El tipo de alimentación recibida en la primera infancia (lactancia materna o artificial),
Son factores decisivos que determinarán nuestra microbiota futura.
Cambios a lo largo de la vida
Con el paso de los años la composición microbiana ira cambiando, así, en los primeros 2 años de vida, la microbiota está dominada por las bifidobacterias, pero posteriormente la composición microbiana se diversifica influenciada por factores como:
- Lugar de residencia,
- Ingesta de ciertos fármacos
- Padecimiento de distintas enfermedades
- Exceso de grasa corporal
- Tipo de alimentación y hábitos que mantengamos
Composición de la microbiota
La composición de la microbiota alcanzará su máxima complejidad en el adulto, con cientos de filotipos pertenecientes a tres grandes familias: Firmicutes (gram-positivos), Bacteroidetes (gram-negativos) y Actinobacterias (gram-positivos). Una vez establecida sufrirá escasas variaciones a lo largo del tiempo, a no ser que nos dediquemos a agredirla o existan circunstancias que la modifiquen: eso podrá provocar o favorecer una alteración en su equilibrio. Un disbalance, una modificación en la proporción de bacterias “buenas y malas” a favor de estas últimas, podría producir respuestas adversas en el individuo que las hospeda, apareciendo lo que conocemos como disbiosis, y, con ella, la enfermedad
La disbiosis ha sido asociada con afecciones tan diversas como el asma, las enfermedades inflamatorias crónicas, las enfermedades autoinmunes, las alergias, las migrañas, la obesidad, la diabetes y la esteatohepatitis no alcohólica (EHNA) entre otras…merece la pena cuidar nuestras bacterias, ¿no?
El uso de ciertos medicamentos (como los antibióticos, antiinflamatorios, antiácidos o los laxantes), el estrés, el exceso de proteínas y azúcares simples en la dieta, la ingesta escasa de fibra, el consumo de alimentos procesados…hábitos muy frecuentes en la población occidental, pueden ser algunos de los factores causantes de la disbiosis intestinal. Pero también puede aparecer disbiosis en pacientes con enfermedad celíaca, sensibilidad al gluten, infecciones, enfermedades intestinales (pancreatitis, diverticulitis, enfermedad inflamatoria intestinal…), en el post operatorio de ciertas cirugías etc.