Los factores genéticos, la alimentación de nuestras madres durante el embarazo, o el haber sido alimentados en la infancia de una u otra forma…ya no lo podemos cambiar, pero SÍ podemos optar por unos hábitos más saludables, que cuiden nuestras bacterias, que mantengan el equilibrio adecuado y, por tanto, prevengan la aparición de enfermedades relacionadas con la disbiosis…pero sobre todo, y más importante que esto, al cuidar nuestra alimentación, estaremos dejando a nuestros hijos una herencia preciosa, de un valor incalculable…unos hábitos de alimentación que les proporcionen y mantengan nuestro bien más preciado: la salud.
Alguna reglas para mejorar nuestra inmunidad a través de la microbiota y la alimentación
Así que, para cuidar nuestras bacterias, deberíamos cambiar, educar y mejorar nuestra alimentación (recordad que no es lo mismo que nutrición), y eso pasa por:
Vegetales
- Consumir verduras a diario y en todas las comidas principales, preferentemente enteras (no en puré) para preservar la fibra (prebiótico), y cocinadas, para disminuir el efecto flatulento, las verduras deberían ser la base de nuestra alimentación.
- Aumentar el consumo de setas comestibles, cuyos polisacáridos, generalmente pertenecientes a la familia de los betaglucanos, parecen tener un efecto estimulante sobre el sistema inmune e inmunomodulador.
- Consumir regularmente tubérculos, que poseen efecto prebiótico, es decir, incluyen en su composición ingredientes no digeribles que estimulan el crecimiento o la actividad de un número ilimitado de bacterias del colon.
- Consumir fruta con moderación. Dada la cantidad de fructosa (azúcar) que contienen, no debemos excedernos en su consumo, pero son indudables sus propiedades beneficiosas (efecto prebiótico), así, se aconseja dar preferencia a frutas con fibra soluble (manzana, membrillo, higo, plátano, pera, ciruela…)
Almidones
• Consumir fuentes naturales de almidón resistente, con efecto prebiótico; ejemplos de ello son la fécula de patata, el plátano macho, boniato, yuca, lentejas, guisantes, castañas, trigo sarraceno y el arroz y patata cocinados y consumidos después de enfriarse.
Grasas
- Aumentar el consumo de grasas saludables ricas en ácidos grasos Omega 3: aceite de oliva virgen extra, frutos secos, pescado azul (evitando los de gran tamaño, por su elevado contenido en mercurio)
Proteína
- Consumir una cantidad adecuada de proteínas de calidad y de origen animal (a no se r que, por motivos éticos, se decida evitar su consumo), dando preferencia al pescados, huevos y carnes de ave.
Microbiota
- Sabemos que existen cepas específicas que pueden ayudar a modular y reforzar el sistema inmune, como Lactobacillus plantarum, Lactobacillus reuteri, Lactobacillus casei, Lactobacillus paracasei u otros, así que esta parece una opción interesante como coadyuvante para evitar y prevenir la disbiosis y para ayudar al sistema inmune a protegernos de microorganimos agresores, algo fundamental en estos momentos, y sí, también en personas sanas.
Otros consejos
- Consumir fibra insoluble, que ayuda a la formación del bolo fecal y favorece el tránsito intestinal, dando preferencia a la procedente de vegetales en lugar de hidratos de carbono acelulares como los cereales.
- Evitar la toma de antibióticos cuando no sean necesarios: los antibióticos no son útiles en las infecciones víricas, que son la mayoría.
- Abandonar para siempre el azúcar puro y refinado, los productos altamente procesados, precocinados, conservantes, colorantes…para siempre.
- Promover una alimentación sana de la madre durante el embarazo y lactancia, así como favorecer la lactancia matcomoerna…será un seguro de salud para nuestros hijos.
- Comer comida y no productos, así de simple.
Conclusiones
La microbiota humana ejerce funciones indispensables para el mantenimiento de la salud, entre ellas, la regulación de nuestro sistema inmune.
La composición de nuestra microbiota depende de múltiples factores, unos no modificables, como la herencia, y otros modificables como la alimentación.
El sistema inmune se encarga de protegernos, y dada la influencia de nuestra microbiota sobre el adecuado funcionamiento del sistema inmune, si la composición de la misma se altera, podrá aparecer un desequilibrio en la inmunidad que nos hará más propensos a padecer distintas enfermedades.
Podemos modular y mejorar la composición de la microbiota a través de la alimentación y la Microbioterapia: nuestra salud depende en gran medida de nuestros hábitos de alimentación.