Tener una buena autoestima es importante no solo para hacernos sentir bien con nosotros mismos en el día a día, sino también porque es una buena guardiana de nuestra salud.
Entendemos que la autoestima es la valoración que hacemos sobre nosotros mismos, de manera personal y privada. Y, aunque está ligada a nuestra personalidad, propia e intransferible, puede ir cambiando a lo largo de la vida.
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Tu imagen corporal es lo que piensas y sientes acerca de tu cuerpo. Esta involucra tus pensamientos, percepciones, imaginación y emociones; y puede que tenga poco que ver con tu apariencia real. Aunque los problemas de imagen corporal se han considerado tradicionalmente como un problema de salud de las mujeres, estos pueden afectar a personas de todas las edades y géneros, incluyendo los hombres, así lo señala el Departamento de Salud y Servicios Humanos del Gobierno del Estado de Victoria, en Australia.
La mala imagen corporal suele estar relacionada con la dieta, el exceso de ejercicio, los trastornos alimentarios y otros problemas de salud mental como baja autoestima, depresión o ansiedad.
En el caso de los varones, la insatisfacción corporal generalmente resulta de comparar tu cuerpo con lo que los medios de comunicación proyectan como el tamaño y la forma ideales del cuerpo masculino, es decir, delgado y musculoso. Es común que los hombres con insatisfacción corporal se centren en la pérdida de peso y el desarrollo muscular, lo que puede llevar a un exceso de ejercicio y al uso de medicamentos para mejorar la imagen.
Si te identificas con todo lo que mencionamos en los párrafos anteriores, es posible que hayas desarrollado una imagen corporal negativa a lo largo de tu vida, por lo que cambiarla puede llevar tiempo y esfuerzo.
Ante ello, te dejamos algunas sugerencias para mejorar tu imagen corporal:
Reflexiona sobre tus experiencias e intenta identificar las influencias en tu imagen corporal desde la infancia.
Intenta pesarte o revisarte el cuerpo (pellizcar, medir, mirar en el espejo) con menos frecuencia. Concéntrate en la salud y en la vitalidad, no en el peso, el tamaño o la forma.
Haz un pacto contigo mismo para tratar a tu cuerpo con respeto, lo que incluye comer bien y NO embarcarte en rutinas de ejercicio castigadoras, dietas de moda ni en consumir drogas.
Trata de cambiar a un enfoque más saludable respecto a cómo funciona tu cuerpo y valora todo lo que tu organismo te ayuda a realizar en la vida. No te concentres únicamente en cómo se ve tu cuerpo.
Infórmate leyendo sobre temas relacionados con la imagen corporal.
Desarrolla razones para hacer ejercicio que no se centren en la apariencia de tu cuerpo (como liberación de estrés, vitalidad o concentración mejorada), en lugar de enfocarte solo en cambiar la apariencia de tu cuerpo.
Hace unos días con motivo del Día Mundial de la Alimentación, el Gobierno de España quiso dar más visibilidad a las consecuencias de una mala alimentación, ya que afectan tanto a niños, adolescentes y adultos.
Además, la alimentación juega un papel clave en la situación que estamos viviendo con la pandemia del COVID 19, ya que es repercute directamente sobre nuestro sistema inmune.
Y es que para mantenernos lo más sanos posibles, debemos entregarle a nuestro cuerpo los nutrientes necesarios para que pueda realizar sus funciones y para que nuestras defensas estén reforzadas.
“La situación que estamos viviendo es muy delicada y por eso es crucial tomar todas las medidas que tengamos a nuestro alcance para protegernos. La alimentación es fundamental, ya que cuando le aportamos a nuestro cuerpo los nutrientes necesarios, este puede ejercer sus tareas de la mejor forma posible. Por tanto, si queremos que nuestro sistema inmune esté en las mejores condiciones, debemos seguir una buena alimentación” comenta Fran Sabal, nutricionista licenciada por la universidad de Valparaíso, Chile y especialista en enfermedades crónicas.
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El estrés, la ansiedad y los estados de ánimo negativos pueden afectar de diferentes maneras a nuestro organismo, aumentando el riesgo de sufrir determinadas patologías. Un estudio realizado recientemente por especialistas de la Universidad de Pensilvania concluyó que los estados de ánimo negativos pueden cambiar la forma en que funciona la respuesta inmune, y están asociados con un mayor riesgo de inflamación exacerbada.
El estudio se realizó con un grupo de participantes a los que se les proporcionaron unos cuestionarios en los que se les pedía que llevaran un registro de sus sentimientos durante 2 semanas, con el objetivo de crear un mapa con los perfiles emocionales de los mismos. Al mismo tiempo, los científicos también evaluaron la respuesta inmune de los voluntarios recogiendo muestras de sangre para hacer analíticas y buscando marcadores de inflamación.
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